viernes, 20 de octubre de 2017

La historia del imperio Benetton, el dueño de la Patagonia

La historia del imperio Benetton, el dueño de la Patagonia

(+) Santiago Maldonado, los mapuches y los dueños de la tierra

Luciano Benetton es el propietario de tierras más grande del sur argentino. ¿Como construyó su imperio económico?, ¿por qué el Estado argentino y la Gendarmería lo defienden?
La Patagonia es la región más extensa del país y también es la que mayor concentración de tierras tiene en pocas manos. 
Formada por enormes campos planos y bellos paisajes trasandinos fue repartida sin ningún tipo de control entre excéntricos millonarios extranjeros y corporaciones multinacionales con el aval del Estado y de la Justicia. 
El magnate Joe Lewis, dueño y señor de todas las tierras que rodean el Lago Escondido y anfitrión de la visita al sur que hicieron juntos Obama y Macri el año pasado, es uno de ellos.
 También forman parte de este selecto grupo el creador de la CNN Ted Turner, los Suchard (dueños de Nestlé), el inversionista húngaro George Soros, el actor Sylvester Stallone y, hasta hace pocos años, el hijo de uno de los fundadores de Pepsico, Ward Lay. 
Pero quien se lleva todos los premios al terrateniente del siglo es Luciano Benetton que entre 1991 y 1997 acumuló 900.000 hectáreas. Lo que equivale casi cuarenta veces a la superficie de la Ciudad de Buenos Aires.
Mapa de tierras vendidas a magnates o corporaciones extranjeras (Fuente Tiempo Argentino)
La feroz cacería de la Gendarmería sobre la comunidad Pu Lof en el departamento de Cushamen en la frontera noroeste de Chubut que terminó con el secuestro y desaparición de Santiago Maldonado hace menos de dos semanas sin ningún tipo de respuesta estatal, se produjo dentro de las tierras que están hoy bajo el dominio de Benetton.
Aunque en su mayoría hayan sido compradas durante los 90, la entrega y el saqueo de las tierras patagónicas y de sus recursos nacionales por parte de empresas extranjeras viene de larga data, al igual que los reclamos y la lucha del pueblo mapuche por recuperarlas.

La historia de una ocupación

Benetton es el final de una larga cadena de negocios y expoliación de recursos nacionales que comienza en el último cuarto del siglo XIX.
Por aquellos años a pesar de lo que diga el candidato a senador por Cambiemos, Esteban Bullrich, en la Patagonia no hubo una “Conquista al desierto”. 
Lo que se produjo fue un genocidio a partir de la ocupación militar del territorio más austral del continente con el fin de extender las fronteras del Estado Nacional argentino (y de su mercado de materias primas en el mundo) que estaba en pleno proceso de conformación. 
A su paso aniquilaron a los habitantes preexistentes o los tomaron prisioneros para convertirlos en mano de obra barata destinados tanto para trabajar en los campos conquistados como en las zonas urbanas en tareas domésticas. 
Los pocos sobrevivientes fueron desarraigados y dispersos hacia la frontera cordillerana. 
Entre los pueblos masacrados estaban los mapuches, asentados en una extensa porción del noroeste de la Patagonia
No eran ni chilenos ni argentinos simplemente porque ambos Estados son construcciones históricas posteriores a la vida y desarrollo de estos pueblos.
Finalizada la campaña en 1885 (luego de la derrota definitiva del cacique Sayhueque), se inició el proceso de reparto y explotación de las tierras que hoy forman parte de las provincias de Buenos Aires, el sur de Córdoba, San Luis y Mendoza (las más antiguas) y las creadas a partir de la conquista: Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz.
El Estado argentino regaló gran parte de estas tierras a más de cincuenta compañías inglesas que comenzaban a operar dentro del país para que las colonizaran. 
Tan sólo en Chubut eran dueños de 2.300.000 hectáreas. Gran parte de ellas fueron administradas por un fondo de inversión común llamado Compañía de tierras del Sud Argentino. 
En Ese ajeno Sur, Ramón Minieri cuenta que la “La Compañía”- como solía ser conocida- “explotó esas tierras durante casi un siglo en condiciones excepcionalmente favorables: pudo producir, importar, exportar y obtener utilidades, sin tener que pagar durante años derechos aduaneros ni otra clase de tasas, o beneficiándose con tipos de cambio preferenciales y aranceles reducidos”(pág 7). 
Pasaron más de 130 años y ningún gobierno tocó las bases estructurales de este modelo económico de rapiña.
En 1975 la firma “Great Western”, perteneciente a terratenientes de la burguesía argentina, compró el paquete accionario de “La Compañía” hasta 1991 cuando bajo el gobierno de Menem, Luciano Benetton se hace de esas tierras hasta la actualidad. 
A través del holding internacional del grupo Benetton,  Edizione, el magnate italiano compró por 50 millones de dólares las casi 900.000 hectáreas ubicadas en un 98% en las provincias de Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén y Buenos Aires donde se dedica a la producción de lana principalmente aunque ahora aparece un mercado nuevo para explotar y es el petrolero que se expresa en un yacimiento que también se encuentra en disputa territorial: Vaca Muerta.

La historia de un imperio globalizado: “el príncipe de los colores”

Look informal, la innovación en jersey de lana con fuertes colores y una industria textil de alcance mundial fueron la impronta del grupo Benetton desde sus orígenes. 
La empresa familiar formada por Luciano, Giuliana, Gilberto y Carlo se conformó en 1965. 
Cuatro años después inauguraba su primer local en París.
Tiene sede en una suntuosa mansión de Villa Minelli en la ciudad de Treviso (Italia). Con 20 años Luciano se convirtió en el presidente de la compañía. En los años siguientes se expandieron a las principales avenidas del mundo, las ganancias crecieron y sumaron nuevas marcas: Sisley, Playlife y Killer Loop. Hoy tiene tiendas en más de 120 países. 
Años más tarde invirtió en una escudería de la Formula I que compitió entre 1986 y 2001 y tuvo su momento de gloria cuando corrió Michael Schumacher. 
La familia también es dueña de 21 Investimenti un banco de inversiones inmobiliarias y es accionista del grupo Pirelli.
En pleno auge empresarial, Luciano también incursionó en el mundo de la política. 
Entre 1992 y 1994 fue senador de Italia por el Partido Republicano Italiano (PRI), el partido de Silvio Berlusconi. 
En 1993 la Justicia de ese país aprobó que se lo investigue y juzgue por corrupción, motivo que lo llevó a no presentar su reelección.
La industria textil es una de las más explotadoras del mercado y la que peores salarios tiene. 
Para reducir costos los Benetton, que facturan 11.000 millones de dólares al año, tercerizaron la producción en países donde la mano de obra es barata y abundante como por ejemplo en Turquía donde fueron denunciados por explotación infantil de niños de entre 9 y 13 años que fabricaban sus prendas. 
Otro caso que lo tuvo en el centro de la escena fue en 2013 cuando una fábrica textil en Bangladesh que producía tejidos para Benetton se derrumbó provocando la muerte de 1.132 trabajadores y dejó 2.500 heridos. Se negó a pagar cualquier tipo de indemnización pero producto del desprestigio que había generado su indiferencia, se vio obligado a hacerlo. 
Hoy el imperio familiar cuenta, según la revista Forbes, con aproximadamente 3,4 miles de millones de dólares.
Solamente en las tierras que posee en Argentina Luciano Benetton cuenta con 280.000 ovejas que producen 1.300.000 kilos de lana por año. 
A la explotación de las tierras de la Compañía de tierras del Sud Argentino se incorporó la explotación minera a través de Min Sud (Minera Sud Argentina S.A.) con sede central en Canadá, de yacimientos ubicados en la provincia de San Juan. 
Por muchos años expoliaron los recursos nacionales sin pagar cargas impositivas, no registrando las lujosas edificaciones que realizaban en sus tierras. Irónicamente los Benetton tienen un museo con piezas arqueológicas de culturas “autóctonas”, algunas de ellas con 13.000 años de antigüedad, ubicado en Leleque (Cushamen). Seguramente saqueadas del territorio de la comunidad mapuche, Tehuelches, entre otras.

¿Por qué el Estado y la Gendarmería defienden a Benetton?

Hace ya algunos años Carlos Marx terminaba con el mito de que el Estado defiende los “intereses comunes” de toda la población. Decía en el Manifiesto Comunista que el gobierno moderno era un comité que administraba los negocios de la clase burguesa, y no se equivocaba. 
El Estado es el guardián del orden y de la propiedad privada, pero no de cualquier tipo de propiedad privada sino la de los capitalistas que viven a costa del trabajo de una mayoría trabajadora. 
Ese “derecho que tenemos todos” de acceder a la tierra es una pantalla que esconde la concentración de la riqueza en pocas manos. Y para lograrlo intentan buscar algún tipo de consenso con la población o utilizan a las fuerzas armadas para garantizar que esas relaciones de desigualdad se sostengan y reproduzcan. 
El caso de la defensa de los intereses de Benetton por parte del Estado argentino es apenas un ejemplo de una relación histórica que es propia del sistema capitalista. 
La actuación de la gendarmería, en las tierras que el italiano reivindica para sí, reprimiendo desde hace meses a la comunidad Pu Lof (entre ellos mujeres y niños) y desapareciendo a Santiago Maldonado con la directa responsabilidad de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, su jefe de gabinete Pablo Noceti y del Estado, son la muestra más clara del carácter de clase que ejercieron las fuerzas armadas desde su creación. 
El gobernador de Chubut del PJ Mario Dan Neves también es cómplice del accionar represivo avalando el ingreso de la gendarmería al predio y demonizando a los mapuches a través de una campaña mediática que comenzó el año pasado mientras apretada al Juez Otranto para que encarcele a los dirigentes considerados sin ninguna prueba como “terroristas”.
Queda claro que todos los gobiernos legalizaron y legitimaron el avance latifundista a costa de la sangre de los pueblos originarios. Incluso el kirchnerismo que en 2011 impulsó la Ley de Tierras que limitaba la posesión extranjera de tierras a 1.000 hectáreas por propietario no era retroactiva, por lo tanto todos los magnates extranjeros que en los 90 se apropiaron de gran parte del territorio nacional podían quedarse tranquilos. 
Macri flexibilizó la ley dejando en claro cuáles son los intereses que defiende a ultranza el gobierno de los Ceo, pero en uno y otro gobierno la naturaleza del Estado es la misma. 
Seguramente en una de las cuatro visitas al año que hace Luciano Benetton al país vendrá a agradecerle en persona al presidente y los suyos por la efectividad en los servicios brindados.

Santiago Maldonado, los mapuches y los dueños de la tierra

La demonización de los miembros de la comunidad mapuche reprimida en Chubut tiene un objetivo preciso: ocultar los poderosos intereses de un paraíso terrateniente.
Las agitadas declaraciones de los más altos funcionarios del gobierno de Cambiemos y sus medios afines ante la escandalosa desaparición de Santiago Maldonado, configuran un combo tan alarmante como bizarro. 
Según este colérico relato, la comunidad mapuche que fue reprimida en Chubut tiene una ideología anarquista, cuenta con financiamiento de grupos ingleses, posee aliados kurdos, sus miembros están adiestrados por las FARC colombianas y fueron adoctrinados por grupos terroristas chilenos. 
También han declarado la guerra armada al Estado argentino, pretenden imponer aquí y ahora el secesionismo de la nación mapuche y son incendiarios seriales, cuyo único objetivo es la destrucción total y absoluta de lo que se cruce en su camino. 
Una narrativa siniestra a la medida de la construcción perfecta de un eje del mal enclavado en la Patagonia.
Facundo Jones Huala, referente de la comunidad, detenido ilegalmente en la ciudad de Esquel y con pedido de extradición por parte de las autoridades chilenas, sintetizó sus objetivos en un reportaje para La Izquierda Diario: “Nosotros cuando planteamos la idea de la liberación nacional mapuche y de la reconstrucción de nuestro mundo, no estamos planteando la construcción de un Estado mapuche. Nunca planteamos eso, sencillamente porque el Estado es una concepción occidental. 
Nosotros no queremos eso. 
Nosotros queremos vivir como mapuches, dentro de nuestras tierras. Nación y Estado son dos conceptos diferentes. 
Y si hay que construir algo diferente a este Estado, eso lo tiene que hacer la sociedad y todos los pueblos que habitan este suelo, que no somos sólo los mapuches. Mientras tanto, pedimos que al menos dentro del territorio mapuche se nos respete nuestra forma de vida y nuestras normativas”.
Queda en evidencia que la distancia entre la realidad de los reclamos y objetivos de la comunidad y el relato estatal-mediático puede llegar a ser abismal. 
Eso que llaman “posverdad”, es en realidad un perfeccionamiento de un viejo método que se basa en abrumar con una montaña de mentiras buscando ocultar los intereses que realmente están detrás de escena.
La demonización de toda forma de movilización o protesta es una norma en el discurso de Cambiemos. 
Tiene un objetivo general: fortalecer el aparato punitivo de un gobierno de ajuste que sólo cierra con represión; pero también un objetivo particular ante este hecho: encubrir a los verdaderos “ocupas” del paraíso terrateniente en el que se ha convertido una gran parte de la Patagonia argentina.
Uno de ellos es la empresa Benetton, el imperio textil italiano que compró en 1991 unas 900.000 hectáreas en las que crían alrededor de 280.000 ovejas que producen 1.300.000 kilos de lana por año. 
También posee 16.000 vacas, 8.500 hectáreas plantadas con soja, 24.600 hectáreas de pino ponderosa, entre otras explotaciones. 
Más del 98% de las tierras están en tres provincias sureñas: Santa Cruz, Río Negro y Chubut. Todas las hectáreas suman una extensión similar a la provincia del Chaco. Podrían fundar el Estado subnacional número 24: la provincia Benetton.
La larga historia de entrega y saqueo de esas tierras está documentada en muchos trabajos, pero es muy ilustrativo el libro del investigador rionegrino Ramón Minieri “Ese ajeno sur”, donde cuenta el itinerario de la Compañía de Tierras del Sud Argentino (más conocida como “La Compañía”). 
El Estado donó literalmente los territorios entre los 1885 y 1896. Se trataba, en esa época, de lotes de 80.000 hectáreas cada uno, otorgados individualmente a ciudadanos ingleses residentes, en su mayoría, en Londres, que administraban sus negocios en el país mediante representantes (testaferros).
El dato "de color" fue aportado el historiador Sergio Wischñevsky, quien recordó que gran parte de esas "subastas" las realizó Adolfo Bullrich, dueño de la casa de remates Adolfo Bullrich y Cía., cuyo edificio funcionaba en el lugar donde hoy está el centro comercial Patio Bullrich. 
Los Bullrich actuales son choznos de Don Adolfo, sexto grado de consanguinidad en la línea directa descendente, pero las mismas convicciones e intereses.
La concentración latifundista se realizó sobre la base de esos métodos de acumulación originaria y con el avance sobre la población indígena mediante el exterminio y una larga guerra de baja intensidad que continúa hasta nuestros días. 
Los sucesivos gobiernos legalizaron y legitimaron esa ocupación y la defendieron con las armas en la mano cuando fue necesario. No hubo grandes diferencias entre liberales-conservadores y nacional-populares ante el poder de los terratenientes ingleses o, ahora, italianos.
No se habla con la misma intensidad rabiosa con la que se refieren a la comunidad mapuche, de “esos extranjeros que con métodos violentos (terrorismo de Estado incluido), estafas, ocupaciones ilegales, engaños, mentiras, maniobras, expoliación y saqueo”, se quedaron gran parte de la Patagonia.
Como certeramente afirma Minieri, hay que desarmar los mitos interesados. 
Tanto aquel que habla la “Patagonia desértica, ruda o maldita que no ayuda a comprender que su tierra es un recurso apreciable, tanto por su situación en el mapa del mundo como por sus disponibilidades”; como el igualmente desorientador mito simétrico y contrario: “el de la Patagonia riquísima e inexplotada”. 
Porque “interesa despejar estas falsas imágenes para descubrir la verdad de esta tercera parte de la Argentina donde existen riquezas, donde esas riquezas han sido y son explotadas, y donde esa explotación no beneficia al pueblo ni a la Nación.”
Fernando Rosso
Fuente: Izquierda Diario

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Si nos han de robar, 
que sean otros y no los mismos de siempre

Si como votantes, no nos escuchan
como consumidores, lo harán
boicoetemos sus empresas.
Llevamos las de ganar. 

Como acabar con la ESTAFA de las ELÉCTRICAS... de una puta vez pasando de los Vendepatrias del Bipartidismo

Ante el robo continuo y escandaloso por parte de las eléctricas y sus abusos en el recibo de la luz
propongo... 
actuar todos unidos como consumidores
contratando TODOS 
o en su defecto una gran mayoría,
  otra compañia eléctrica que no sea ninguna de estas dos (ENDESA - IBERDROLA) y cambiarnos a otra cualquiera de las muchas ofertas que existen hoy en día.

De tal forma que no les quede otra a las grandes que plegarse a nuestras demandas de una tarifa más justa y mucho más barata
o atenerse a las consecuencias 
de seguir con su estafa.

En nuestra mano está que siga este robo o cortar por lo sano para que no nos sigan mangoneando

ARMAK de ODELOT

Canción del Indignado Global

(solo pá Mentes preclaras 

libres de Polvo y Cargas)

Si me han de matar que sea,
 un Trump que de frente va

  no un Obama traicionero, 

que me venga por detrás.


Éstos del bipartidismo, 

a nadie ya se la dan

Tanto monta, monta tanto,

ser sociata o liberal.


Que harto me tienen sus cuentos, 

de crisis y guerras sin más

Cuando no hay bandera que tape, 

la ansia de un criminal.


Daños colaterales son, 

inocentes masacrar

si lo hiciéramos con ellos, 

no habría ni una guerra más.


Por eso pasa que pasa, 

que nadie se alista ya

a no ser que la CIA pague,
 
como al ISIS del MOSAD


A mí, que nunca me busquen, 

ni me llamen pá luchar.

Que yo no mato por nadie. 

Yo mato por no matar.


La paz de los cementerios 

es la paz del capital

Si soy rojo es porque quiero, 

en vida, vivir en paz.


Hoy tan solo mata el hambre, 

del rico por tener más 

Con el cómplice silencio, 

de toítos los demás.


Que preferimos taparnos, 

los ojos pá no pensar

O mirar pá otro lado, 

pensando que el mal se irá.


Creer que lo que a otro pasa, 

no nos tiene que importar.

Cá palo aguante su vela, 

repetimos sin cesar.


Éste es el mantra egoísta 

que rula por la sociedad

como si lo que le pase a otro, 

no te pueda a tí pasar


Más todo, cuán boomerang vuelve, 

al sitio de donde partió

y tal vez ocupes mañana, 

el sitio que otro dejó.


Mil pobres ceban a un rico, 

otros mil le dan jornal,

y otros cuantos dan su vida 

porque todo siga igual. 


Que no me coman la oreja, 

que no me creo ya ná

de sus guerras, sus estafas, 

ni su calentamiento global


Tan solo vuestras mentiras, 

esconden una verdad

que unos pocos están arriba 

y abajo tós los demás.


Da igual que seas ateo, 

cristiano o musulmán.

Solo los elegidos, 

el paraíso verán.


Hay medios alternativos, 

amarillos muchos más.

Unos más rojos que otros. 

Los menos, de radikal.


Más todos tienen su cosa, 

y a todos hay que hojear

Que comparando se tiene 

opinión más general.


Qué de tó aprende uno. 

Nadie tiene la verdad.

Ser más papista que el Papa, 

no es garantía de ná.


Solo creo en lo que veo, 

díjome santo Tomás, 

que el que a ciegas se conduce, 

no para de tropezar.


Y al enemigo, ni agua, 

ni nunca contemporizar

No dudes, tarde o temprano, 

siempre te la jugará.


No hay que seguir a nadie 

y a todos hay que escuchar.

Si tu conciencia te guía, 

de nada te arrepentirás.


Dá gusto ver a los ricos, 

pegarse por serlo más

mientras en eso se hallen, 

quizás nos dejen en paz.


Si te crees o no sus mentiras, 

a ellos les dá igual.

Con tomarlas por veraces, 

les basta para actuar. 


Que no me cuenten más cuentos, 

que tós me los sé yo ya.

Se demoniza a cualquiera

que no se deje robar.



No basta con ser un santo, 

sino ser de"su santoral"

Como la cojan contigo, 

no te valdrá ni el rezar.


Pensamiento único llaman. 

Anteojeras pá no pensar

más que en la zanahoria. 

El palo irá por detrás.


Si no crees en lo dictado, 

anti-sistema serás

Y por mucho bien que hagas, 

te van a demonizar.


Que no me coman la oreja, 

que a mí, no me la dan.

Que me sé todos sus cuentos 

y también, cada final.


Si de cañon, quieren carne, 

pál matadero llevar

que busquen a otro tonto, 

que este tonto no va más



No se ha visto en tóa la historia, 

otra estafa sin igual.

Que la madre tóas las crisis, 

que creó el capital


Y cuando tan ricamente, 

uno estaba en su sofá

Relajado y a cubierto, 

de inclemencias y demás,


te cortan sin previo aviso

el grifo de tu maná. 


Y te dejan sin tus sueños,
 
sin trabajo y sin hogar


y pá colmo y regodeo 

de propios y extraños, van

y te dicen como aviso

que al rojo no hay que escuchar


que son peores que el lobo,

del cuento y mucho más

y que si vas y los votas

toíto te lo robarán.



Si como votantes, no nos escuchan

como consumidores lo harán.

Boicoetemos sus empresas

Llevamos las de ganar. 


Si no queda más remedio

que dejarnos de robar

que sea otro y no el de siempre

tal vez así, aprenderá


No hay pan pá tanto chorizo,

dicen, cuando lo que sobra es pan.

Lo que no hay es un par de huevos
 
pá que no nos choriceen más.


Resultado de imagen de eladio fernandez refugiados suecia

Ellos tienen de tó

los demás, cuasi-de-ná

mas ellos son cuatro mierdas

y nosotros sémos más.


La próxima revolución 

contra las corporaciones será

y si ésta no se gana 

no habrá ninguna ya más.

Quien sepa entender que entienda

lo que digo es pá mascar

despacio y con buena conciencia.

Mi tiempo no dá... pá más


Armak de Odelot


Dicen: 

No será televisada, 

la próxima revolución.

Más como nadie se fía 

de lo que se nos dice hoy en día,

pasamos los días enteros, 

tumbados en el sofá

delante la caja tonta,

 por no perder el momento
del pase de la procesión 
que tós llevamos por dentro